Y si nuestras rumbos se cruzan formando una sola dirección, tu serías el sol y yo la luna. Tu serías el sol que me dé calor en mis noches más frías y yo seré la luz que ilumine tu sentir. La ruta del destino de nuestro amor traza una promesa invisible, sellada bajo el pacto del tiempo. Por ello, nuestro amor será inmortal como el invierno, que seguirá encantando con sus fuertes vendavales o como la primavera, que regala sus brillantes colores y su alegría o incluso como el otoño que deja caer sus secas hojas. Todo comienza y todo termina, pero el espíritu de nuestro amor es inmortal.
Daniela Sgró. ♥
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