martes, 24 de marzo de 2015

La ballerina - Daniela Sgró

La ballerina

Una niña llamada Beatrice o como la llamaban sus amigas, Bea; una noche soñó que era una hermosa joven bailarina de unos veinte años de edad. Se encontraba bailando al compás de la música clásica de Mozart, Bach, Tchaikovski al son de los violines y pianos. Sus pies se levantaban del suelo delicadamente cual esplendorosa gacela. En el espejo, se reflejaba la sonrisa que irradiaba su alma aunque realmente no estaba sonriendo ya que, estaba concentrada en lo que realmente más amaba en su vida. Bailar.
Para Bea bailar era como despegarse lentamente de la tierra, despegándose de sus raíces para volar, aunque sea por un rato, como si fuera un sueño. 
    Sin embargo, ocho años más tarde, en su cumpleaños número dieciocho, sus padres le dijeron que ya estaba mayor para seguir soñando cosas imposibles o "no tan importantes" para la sociedad de hoy en día.
Ellos creían que su hija era lo bastante inteligente para estudiar abogacía o medicina, carreras que pensaban, eran más dignas que andar bailando por la vida, tan solo unos años.
Pero, estaban completamente equivocados ya que, su pasión era bailar. Ella veía más allá de este mundo, de esta sociedad enferma, de esta sociedad a la que le arrancaron los sueños desde muy jóvenes. Pero no era tan fuerte, no quería decepcionar a sus padres, no lo soportaría.
Desde ese momento, desapareció la niña Bea, la inocente pequeña que soñaba con convertirse en una profesional "ballerina". Su sueño se quebró en muchos pedazos como una delicada caja de cristal.
Su corazón se encontraba dentro de esa caja y resultó herido sin haber recibido ninguna bala.
A los cuarenta años, se había convertido en una exitosa médica cirujana en la especialidad de cardiología. Inconscientemente, pretendía remediar los corazones de otras personas, dentro de la vida que le tocó vivir, por no ser más fuerte.
Era exitosa pero su alma estaba rota y sus pequeños fragmentos se habían disipado en el viento hacía décadas y se habían perdido y ya jamás los encontraría ni uniría nuevamente como un rompecabezas. Ella estaba incompleta para siempre. Había perdido las piezas mas valiosas de su juego, había perdido a la reina y al rey.
Ahora respondía al nombre Beatrice o doctora Garibaldi. Ya la pequeña niña inquieta y traviesa, Bea, había sido acallada y borrada del cuadro de su vida y era desconocida y una extranjera en la patria de sus recuerdos.
Una noche de verano, volvió a soñar con su gran pasión casi olvidada, reencontrándose con la pequeña Bea. Sin hablar, intercambiaron miradas de complicidad, como viejas grandes amigas y entonces, las dos partes de su ser comenzaron a danzar juntas hasta alcanzar el fulgor de las estrellas. 
Luego, se encontraban en el coliseo romano. La gente aplaudía y la ovacionaba al dar grandes saltos y delicados giros. Estaba sintiendo su sueño tan nítidamente que parecía realidad. Sin embargo, ya era tarde, nunca sería real, pero aunque sea soñando, Beatrice y su pequeña parte de su ser Bea, se habían reencontrado y fue feliz. 

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