martes, 18 de febrero de 2014

El Camino ciego - Daniela Sgró

               El camino ciego


       Todo comenzó mientras yo iba caminando. Estaba tan inmersa en mis pensamientos y en la música que escuchaba con mis auriculares, que estaba como en un mundo aparte. Por esa razón, no noté nada extraño. Seguía caminando, pasando las canciones, cantando cada letra en mi mente, hasta que advertí que alguien me seguía …
               Seguí caminando porque pensé que no era nada y que seguro estaba imaginándome cosas sin sentido, paranoicamente. Entonces, seguí y seguí caminando y dos cuadras después volví a escuchar pasos atrás de los míos. Me estaba asustando, lo voy a admitir. Entonces, decidí ir hacia otra dirección, fui hacia un parque, en vez de ir a mi casa a donde me estaba dirigiendo; para ver si el sujeto me dejaba de seguir.
               Llegué, me senté en la hamaca como solía hacer de pequeña para relajarme, para olvidarme de todos mis problemas, cuando noté vagamente una figura humana parecida a la mía, con el cabello suelto, largo y castaño oscuro. Estaba sumamente sorprendida, ya que pensé que me estaba viendo a mí, caminar de lejos. Pero no podía ser yo - pensé. Era una persona que aparentaba tener cuarenta años. He de volverme loca, cuánta imaginación tengo. – Me dije para mí misma. Llegó al parque donde me encontraba y se dirigió hacia mí hasta que se acercó a hablarme.
- ¿Eres quien creo que eres? – le pregunté a la persona.
- Sí – Fue su respuesta.
- Pero… ¿Eres yo en el futuro? ¿Cómo puede ser posible? ¿Y… Para qué estás aquí? ¿Cómo llegaste? – Tenía un mar de preguntas en mi mente, pero sólo logré articular la primera pregunta.
- Sí, soy tú en el futuro, soy tú dentro de cuarenta y tres años. Y como si hubiera leído mi mente me dijo:
- Te estarás preguntando cuál es la razón por la que estoy aquí, junto a ti.
- ¡Sí, Em… me pregunto eso! – Tartamudeé.
- Te quiero mostrar cómo va a ser tu vida – me dijo. Me tomó mi mano y estábamos como por arte de magia en el mismo parque pero era diferente, muy diferente. Era el futuro, 2040. Me llevó hasta la casa en la cual iba a vivir.
               Ya no estaba asustada de esa extraña situación, sino que estaba ansiosa por ver mi vida en el futuro. Tenía grandes sueños y estaba a muy poco tiempo de saber si se iban a hacer realidad o no.  Bajamos del taxi que habíamos tomado, ya que era lejos del viejo parque donde solía ir y finalmente llegamos a un barrio hermoso, con una bella arboleda frondosa y veredas amplias adoquinadas. Me sorprendí muchísimo al ver el lugar donde vivía. No lo podía creer, a juzgar por el aspecto de la imponente y grandísima casa, había conseguido ser exitosa en la vida. 
- Aquí es donde vives, entremos. – Afirmó mi yo mayor.
               Nos transportamos al interior de la casa. ¡Era enorme! En la entrada había un gran hall y una escalera bifurca y de un estilo antiguo, clásico. Había una empleada doméstica que estaba limpiando. Yo me escondí, asustada pensando que me iba a ver.  Pero no notó mi presencia. Pero yo sí podía verla, me pareció rarísimo.
               Me mostró las grandes habitaciones pintadas mayormente en blanco o beige tal como las imaginaba de chica antes de dormirme, imaginándome mi vida futura. Hasta que se me ocurrió algo muy importante.
- ¿A dónde están mis hijos y mi esposo? ¿En el colegio y en su trabajo, no? – pregunté a mi otro yo.
- No tienes hijos ni esposo. Nunca tuviste tiempo, tenías cosas más importantes en que pensar. O sea yo, terminé la secundaria, me dediqué a estudiar en el traductorado de inglés literario como siempre quise. Viajé a los lugares que siempre quise gracias a eso y tuve el trabajo que siempre soñé. Pero estaba tan ocupada pensando en ser una mujer exitosa y autosuficiente que dejé pasar de largo las cosas más importantes de la vida, los afectos. Ninguna relación me duró mucho sólo por estar demasiado concentrada en las cosas equivocadas. Casi no llamo por teléfono a mis padres, soy una mala hija.
- Pero yo no quiero ser como vos, o sea, quiero ser exitosa, pero… ¿Es cierto todo lo que me decís? ¿Me voy a volver tan ciega con mi objetivo?
- Sí. Si no logras cambiar. Sí. – me dijo.
- Voy a cambiar, te lo prometo, vas a ser diferente, voy a ser diferente.

Luego de pronunciar esas últimas palabras, me encontré otra vez en el parque, sola. Estaba contenta de volver. Estaba segura de que quería hacer todo lo posible para no tener esa vida, yo quería enamorarme, tener hijos y vivir feliz, no siendo exitosa, millonaria, pero sin afectos. Eso no era vida para mí. De nada sirve tener todo si el alma no tiene nada, si no tengo afectos, no me sirve tener todo lo material, porque  me sentiría muy sola. No, no pienso ser así.

Daniela.♥ (Catlion) Uno de mis cuentos de 4° año (2013)

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