Un sueño de Italia
Era un día soleado, yo había llegado a Venecia.
Cautivada por la belleza artística que ese lugar me inspiraba. Subí a una
góndola, ornamentada con flores talladas en la perfecta madera barnizada al
rojo carmín; y me dispuse a dejarme llevar por las aguas venecianas navegando
hacia mi sueño.
Lorenzo. Así se llamaba el conductor de la góndola, un
hombre fuerte y con ojos verdes cuya mirada hacía soñar. Era misterioso pero el
misterio, de alguna extraña manera, atrae y atrae con locura. Conversamos, pero
no estaba dispuesto a revelar mucho de su vida. En cambio, me preguntaba todo a
mí.
-Yo vengo de un lugar donde la
brújula marca el sur. Argentina. ¿Y vos sos de Venecia?
-No. Silencio. –Vengo de donde
el viento me trajo y voy al lugar que él me lleva. Busco siempre aventuras, no
pertenezco a ningún lugar en concreto. Soy un navío que se lo lleva el viento
marcando su destino.
El viaje era largo ya que me dirigía a aquel lugar
porque tenía una oportunidad de trabajo que me llevó hasta allí. Entonces, por
eso comenzamos a hablar.
- ¿Tenés algún sueño, Lorenzo?
- Recorrer el mundo. Aprender
cuán diferente es cada persona de cada
lugar. Me excita lo desconocido, me atrae como un imán.
- Es realmente un verdadero
sueño, un muy profundo sueño.
Llegamos a destino, estaba en el país del amor y yo
estaba sola. Me aventuré sola a una ciudad desconocida. Aseguro que fue una de
las cosas más locas que me atreví a cometer en mi vida. Y algo en Lorenzo me
había llamado la atención, algo que no se puede explicar con palabras, no
físico, sino del alma; pero yo sabía que no lo iba a ver más, así que ya me
preparé a la idea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario